¿QUÉ SUCEDE CUANDO LLEGA EL ESPÍRITU?

Como sabemos, el libro de Hechos comienza con Jesús siendo llevado al cielo y diciéndoles a sus seguidores que esperen la venida del Espíritu Santo. Cuando llegara el Espíritu, recibirían poder. Pero ¿qué haría ese poder por ellos? No era un poder para hacer cualquier cosa que quisieran ni para hacerlos lucir o ser grandes. Más bien, según lo entiendo, el poder era para continuar haciendo las cosas que Jesús había comenzado a hacer. No se trataba de ellos, sino de Jesús y su reino. Lucas comienza diciendo que en su primer libro escribió acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer. Si Jesús solo las comenzó, eso debe significar que no están terminadas y que continuarían siendo hechas por sus seguidores, empoderados por el Espíritu.

En mi última publicación, señalé que cuando llegó el Espíritu, la gente escuchó a todos hablando en sus propios idiomas y querían una explicación de lo que estaba sucediendo. Si has pasado algún tiempo en un lugar donde no entiendes el idioma y luego escuchas que se habla tu lengua, tus oídos se agudizan y te sientes como en casa. La mejor manera de entender un mensaje es escucharlo en tu propio idioma. Si puedes escucharlo en tu propio idioma, te asegura que no tienes que convertirte en otra persona para poder escuchar a Dios hablándote.

Cuando Pedro predicó su primer sermón, citó Joél 2:28-32. Lo que el pasaje de Joél dice es que cuando llegue el Espíritu, se romperán las barreras sociales. No importará si eres viejo, joven, hombre, mujer, esclavo o libre, el Espíritu estará disponible para todos. Y «todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo» (Hechos 2:21). Al analizar el resto del libro de Hechos, vimos que el autor intentaba unir a diferentes grupos al contar historias en pares a lo largo del libro. Esto era radical para esa época, porque había muchas divisiones claras entre la gente, impulsadas por la posición social. Las divisiones iban mucho más allá de simplemente hombre y mujer o joven y viejo. La etnicidad era una gran línea divisoria, especialmente para los judíos. Ellos básicamente veían dos grupos de personas: ellos mismos y todos los demás, a quienes consideraban gentiles. Los judíos también tenían muchas divisiones; algunos hablaban hebreo o arameo y otros hablaban griego, y dentro de esos grupos aún había más divisiones. Me han contado que, en México, en el pasado, existían 18 niveles de divisiones entre las personas, dependiendo de cuánta sangre española tuvieran, aunque todos se consideraban mexicanos. Era algo similar entre los judíos. Lucas estaba trabajando para derribar esas barreras, porque el Espíritu había llegado, y las barreras son ajenas al Reino de Dios. El reino de Dios es una invitación a incluir a las personas en lugar de excluirlas.

Después del día de Pentecostés, sucedieron varias cosas que ayudaron a unificar a las personas. Pedro acababa de terminar su sermón, llamando a la gente a arrepentirse y salvarse de esta generación corrupta (Hechos 2:40). Pedro los llamó corruptos porque esta era la generación que había condenado a muerte a Jesús. El arrepentimiento significaba pasar de ser asesinos para reconocer a Jesús como su Señor y Mesías. Si las mismas personas que pidieron la muerte de Jesús podían ser perdonadas, cualquiera podía ser perdonado.

Ellos hicieron cuatro cosas que demostraron su arrepentimiento:

La primera fue que las personas aprendieron de las enseñanzas de los apóstoles, y esto afectó los demás aspectos.

estudiantes dispuestos

La segunda fue que tenían todas las cosas en común para que nadie entre ellos estuviera necesitado (Hechos 2:41-47). En esa época, si alguien era pobre, se consideraba un fracaso personal, y si tenían riqueza, se veía como una bendición de Dios, algo muy similar a lo que sucede hoy en día. La riqueza era un gran factor de división. Los responsables del templo eran ricos, y si querías ser un gobernante
entre los romanos, necesitabas tener mucha riqueza. Entonces, al decirnos que los creyentes en esta nueva comunidad se aseguraban de que no hubiera personas necesitadas entre ellos, el autor nos está diciendo que la riqueza no debería ser una línea divisoria. Significaba que usar la riqueza como un estándar para juzgar a los demás no era aplicable. No es de extrañar que cada vez más personas se convirtieran en creyentes, porque eran aceptadas por lo que eran y no por lo que tenían. Cuando Lucas nos cuenta cómo las personas se cuidaban mutuamente, esto no debería haber sido algo nuevo. Se remonta a Deuteronomio 15 y 24, donde leemos cómo debería vivirse la vida cuando los israelitas entraran en la tierra. Las viudas, los huérfanos, los pobres y los esclavos, todos ellos con necesidades económicas, debían ser atendidos. Los esclavos en Israel durante la época de Deuteronomio eran en su mayoría esclavos debido a problemas económicos. Al cuidar las necesidades de los demás, estaban haciendo lo que debería haber sucedido desde siempre. Esto es lo que significa vivir según el reino de Dios.

Dentro del contexto de Hechos, cuando llegó el Espíritu y se fundó la iglesia, había muchas personas en Jerusalén para la festividad de Pentecostés, quienes, en lugar de regresar a sus hogares, se quedaron. Pronto habrían tenido necesidades. También había muchas personas pobres en Jerusalén y en Israel debido al sistema bajo el cual vivían. Los pobres eran menospreciados por los ricos, como los que estaban a cargo del templo. Pero con la llegada del Espíritu Santo, los creyentes comenzaron a vivir de una manera diferente.

Comida para los hambrientos

El tercer resultado de la llegada del Espíritu fue que trajo una profunda satisfacción entre los creyentes mientras se reunían para adorar y en su vida diaria. Iban al templo durante los tiempos regulares de oración. Reunirse en el templo para orar era convertir el templo en lo que siempre debió ser: una casa de oración.

Orando con las manos levantadas

La cuarta cosa que hicieron fue pasar tiempo comiendo juntos (Hechos 2:46). El texto dice que partían el pan. Debemos entender el partir el pan como un acto de recordar la muerte y resurrección de Jesús, y su última cena con sus seguidores. También comían juntos en los hogares de unos y otros. Había un aspecto tanto comunitario como individual en esto. Comer juntos en ese tiempo indicaba a qué grupo pertenecía una persona. Si todos comían juntos, eso significaba que no había personas de segunda clase en el reino.

¡Con quien comemos, decimos a dónde pertenecemos!

Así que las cuatro cosas que identificaban a la iglesia primitiva eran aprender, compartir, orar/adorar y partir el pan/comer juntos (la Cena del Señor). No es de extrañar que la gente estuviera asombrada de lo que estaba sucediendo. ¡Era la creación de una nueva sociedad, una al revés!

Hay historias en Hechos que muestran cómo esto se vivió. La primera muestra cómo se veían la enseñanza y el compartir. En Hechos 3, tenemos una larga historia de Pedro y Juan yendo al templo durante el tiempo de oración y, mientras iban de camino, se encontraron con un hombre que había sido cojo desde su nacimiento, sentado en la puerta del templo. Lo habían llevado allí para que pudiera pedir dinero. Pedro y Juan no tenían dinero, ya que probablemente eran de las mismas personas que solo podían comer porque otros les daban. Pero eso no significaba que ignoraran la solicitud del hombre. Le dieron lo que realmente necesitaba.

Hechos 3:6 – 8 NTV
6 pero Pedro le dijo: «Yo no tengo plata ni oro para ti, pero te daré lo que tengo. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y camina!».
7 Entonces Pedro tomó al hombre lisiado de la mano derecha y lo ayudó a levantarse. Y, mientras lo hacía, al instante los pies y los tobillos del hombre fueron sanados y fortalecidos. 8 ¡Se levantó de un salto, se puso de pie y comenzó a caminar! Luego entró en el templo con ellos caminando, saltando y alabando a Dios.

Esto cambió todo para el mendigo. En el Antiguo Testamento, los sacerdotes no podían servir en el templo si tenían un defecto físico (Levítico 21:17ss) y para cuando llegamos a 2 Samuel 5, encontramos que los cojos tampoco eran admitidos en el templo. Se iban añadiendo reglas para mantener a las personas fuera. Antes de que este hombre fuera sanado, era un marginado, pero lo que Dios hizo a través de Pedro y Juan fue restaurarlo a una plena inclusión.

Cuando el hombre fue sanado, saltó y corrió al templo alabando a Dios. Esa es la reacción que esperaríamos de una persona que hasta ese momento había tenido que ser cargada a donde fuera. La forma en que Lucas cuenta la historia nos recuerda a Isaías 35, que habla del regreso del exilio donde habrá tanta alegría que los cojos saltarán como ciervos (35:6). Lucas quiere que sepamos que los días de libertad habían llegado. También nosotros podemos ser liberados, así como lo fue el hombre cojo, gracias a Jesús y al Espíritu.

Como era de esperar, cuando ocurrió un evento tan grande en público, pronto se formó una multitud que quería averiguar qué estaba pasando. Pedro, quien era una persona elocuente en el evangelio, seguía siendo el portavoz en Hechos, pero después de la llegada del Espíritu, hablaba de manera diferente.

Lo primero que hizo Pedro fue dar crédito a Jesús por la sanación. Habría sido muy fácil decir, «mira lo que hice», pero no dijo eso. Este es el punto de Hechos 1:1 donde leemos, «las cosas que Jesús comenzó a hacer en el primer libro». Lo que Él comenzó a hacer en el evangelio debería seguir ocurriendo, pero ahora es Jesús quien realiza esas cosas a través de sus seguidores. La gente debería ser ayudada de la misma manera en que Jesús los había ayudado y Jesús necesitaba recibir el crédito por ello.

Esto es lo que Pedro dijo cuando la gente se preguntaba qué había sucedido:

Hechos 3:12 – 26 NTV
12Pedro vio esto como una oportunidad y se dirigió a la multitud: «Pueblo de Israel—dijo—, ¿qué hay de sorprendente en esto? ¿Y por qué nos quedan viendo como si hubiéramos hecho caminar a este hombre con nuestro propio poder o nuestra propia rectitud? 13 Pues es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob—el Dios de todos nuestros antepasados—quien dio gloria a su siervo Jesús al hacer este milagro. Es el mismo Jesús a quien ustedes rechazaron y entregaron a Pilato, a pesar de que Pilato había decidido ponerlo en libertad. 14 Ustedes rechazaron a ese santo y justo y, en su lugar, exigieron que soltaran a un asesino. 15 Ustedes mataron al autor de la vida, pero Dios lo levantó de los muertos. ¡Y nosotros somos testigos de ese hecho!
16 »Por la fe en el nombre de Jesús, este hombre fue sanado, y ustedes saben que él antes era un lisiado. La fe en el nombre de Jesús lo ha sanado delante de sus propios ojos.
17 »Amigos, yo entiendo que lo que ustedes y sus líderes le hicieron a Jesús fue hecho en ignorancia; 18 pero Dios estaba cumpliendo lo que los profetas predijeron acerca del Mesías, que él tenía que sufrir estas cosas. 19 Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados. 20 Entonces, de la presencia del Señor vendrán tiempos de refrigerio y él les enviará nuevamente a Jesús, el Mesías designado para ustedes. 21 Pues él debe
permanecer en el cielo hasta el tiempo de la restauración final de todas las cosas, así como Dios lo prometió desde hace mucho mediante sus santos profetas. 22 Moisés dijo: “El Señor, Dios de ustedes, les levantará un Profeta como yo de entre su propio pueblo. Escuchen con atención todo lo que él les diga”. 23 Luego Moisés dijo: “Cualquiera que no escuche a ese Profeta será totalmente excluido del pueblo de Dios”
24» Comenzando con Samuel, cada profeta habló acerca de lo que sucede hoy en día. 25 Ustedes son los hijos de esos profetas y están incluidos en el pacto que Dios les prometió a sus antepasados. Pues Dios le dijo a Abraham: “Todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de tus descendientes”. 26 Cuando Dios levantó a su siervo, Jesús, lo envió primero a ustedes, pueblo de Israel, para bendecirlos al hacer que cada uno se aparte de sus caminos pecaminosos”. Profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.

La historia está centrada en Jesús y la guía del Espíritu. El hecho de que Jesús no esté aquí físicamente significa que necesitamos permitir que Jesús trabaje a través del Espíritu hasta que regrese.

Cuando la sanación de este hombre llegó a la atención de las autoridades del templo, no estaban contentos. Esto no era nada nuevo. Hay una historia similar en Lucas, donde los amigos de un hombre cojo lo llevaron a Jesús y tuvieron que bajarlo a través del techo para que Jesús pudiera sanarlo (Lucas 5:17). Pero antes de sanarlo, Jesús dijo: «Tus pecados te son perdonados» y luego, para probar que tenía el poder y el derecho de perdonar sus pecados, sanó al hombre. La sanación del hombre cojo trajo oposición al ministerio de Jesús, al igual que lo que sucedió con la sanación de este hombre cojo. Y si continúas la historia en Hechos, Pablo también sanó a un hombre cojo, y esto le trajo problemas (Hechos 14). Estas historias continúan lo que Jesús comenzó a hacer en Lucas

¿Por qué estaban algunos descontentos? Los líderes del templo no querían ver alterado el orden social, porque eso significaba que ya no estaban en control. Parte de esto era celos (Hechos 5:17). De repente, Jesús era más popular que ellos. Habían hecho todo lo posible por deshacerse de Jesús y ahora Jesús estaba recibiendo el crédito por la sanación. Creo que también podría haber habido una segunda razón. Si lees Hechos y prestas atenciones al tema del dinero, encontrarás historias en las que cuando la gente escuchaba acerca de Jesús, las cosas cambiaban. Una fue en el templo de Éfeso, donde las personas que hacían ídolos se dieron cuenta de que la buena noticia de Jesús estaba afectando su sustento y siguió un gran alboroto. La otra fue cuando Pablo sanó a la esclava endemoniada que lo seguía en Hechos 16 y seguía diciendo: “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian el camino de la salvación” (Hechos 16:17). Cuando Pablo liberó a la esclava, terminó en prisión. El dinero era el problema cada vez.

Sabemos que cuando Jesús limpió el templo, lo llamó una cueva de ladrones. En Lucas 21, hay una historia de la viuda que dio todo lo que tenía cuando entró en el templo. Justo antes de eso, Jesús dijo lo siguiente sobre el liderazgo del templo: “Devoran las casas de las viudas y, por apariencia, hacen largas oraciones” (Lucas 20:47). La implicación era que presionaban a las personas pobres para que dieran en lugar de atender sus necesidades. Me pregunto si estaban tomando una parte de las ganancias diarias del hombre cojo que pedía dinero mientras estaba sentado en la puerta del templo.

Enseñar, satisfacer necesidades, adorar juntos y partir el pan es lo que el verdadero uso del templo debería ser. Es lo que pedimos cuando decimos el Padre Nuestro. Pero algunas personas estarán descontentas porque perturba su orden social. El reino de Dios es un reino al revés donde no debería haber jerarquía. Incluso nosotros, que decimos seguir a Jesús, encontramos fácil pensar que somos especiales por quienes somos. Pero nuestras vidas deben señalar al que es especial, y ese es Jesús.

Contamos con el Espíritu que nos ayudará si lo pedimos. Si hacemos esto, la gente estará asombrada, pero al igual que en los Evangelios y en Hechos, habrá quienes estarán descontentos. Sin embargo, como en los Evangelios y en Hechos, ni esas personas ni Satanás tendrán la última palabra. La palabra de Dios saldrá y dará fruto.

¿Cómo estamos continuando lo que Jesús comenzó a hacer?

¡Recuerda elegir la vida!

Escrito por Jack Vogt

This image has an empty alt attribute; its file name is img_4204.jpg

Traducido por Hector Nieblas Grijalva, Muchas gracias amigo!!!

This image has an empty alt attribute; its file name is hector-family.jpeg

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *