Ocurrió al principio de mi programa de doctorado en Wheaton College. Mi esposo y yo habíamos diseñado un horario detallado para asegurarnos de que ambos pudiéramos cumplir con nuestras responsabilidades laborales a tiempo completo mientras cuidábamos de nuestros hijos y llevábamos el hogar. Era mi turno en la cocina, haciendo los últimos preparativos para la cena y supervisando a los niños mientras hacían sus tareas. Normalmente, esto requería bastante intervención de mi parte, pero en ese día en particular, estaba absorta en mis propios pensamientos cuando escuché a mis hijas susurrando: “¿Ya se dio cuenta?” “No, no creo.” Fue entonces cuando me di cuenta de que no había oído ninguna pelea. La casa estaba inusualmente tranquila.
Me giré, preguntándome qué me había perdido. Ahí estaban, cada una con una gran sonrisa y un trozo de cinta adhesiva en la frente. En la cinta, habían escrito el nombre divino, «YHWH». Abrí los ojos sorprendida. Antes de que pudiera pedir una explicación, la mayor se adelantó y dijo: “Pensamos que, como llevamos el nombre de YHWH, deberíamos hacer nuestras tareas con alegría.
Estaba asombrada, ni siquiera habían salido de la primaria, pero ya comprendían las implicaciones de mi proyecto doctoral para la vida cristiana.
Los Diez Mandamientos son uno de los pasajes más famosos de la Biblia, pero abundan los malentendidos sobre su propósito y significado. Un mandamiento en particular ha suscitado una amplia variedad de interpretaciones: el mandato de “no tomar el nombre del SEÑOR en vano” (Éxodo20:7). Este fue el enfoque de mis estudios doctorales. Pronto me di cuenta de que interpretarlo correctamente tiene el potencial de revolucionar nuestra comprensión de lo que significa ser cristiano. Era algo lo suficientemente simple para los niños, pero había pasado desapercibido para la mayoría de los lectores de la Biblia durante siglos.
¿Cómo se ha interpretado Éxodo 20:7?
Según mi conteo, al menos 23 interpretaciones distintas de Éxodo 20:7 se han propuesto a lo largo de los siglos, que van desde la prohibición de falsos juramentos hasta la prohibición de usar el nombre del SEÑOR en la magia o de adorar sin sacrificio. La mayoría de estas interpretaciones asume que el mandamiento tiene algo que ver con pronunciar el nombre de Dios. Sin embargo, no contiene términos relacionados explícitamente con el habla. La simplicidad del hebreo es sorprendente: “No llevarás [o cargarás] el nombre de YHWH tu Dios en vano, porque YHWH no tendrá por inocente al que lleve [o cargue] su nombre en vano.”
Sin duda, los intérpretes han luchado por darle sentido a este mandamiento (en adelante llamado el Mandamiento del Nombre, ya que hay múltiples formas de contarlos) porque generalmente no hablamos de “cargar” nombres. Algunos intérpretes han recurrido a textos de otras culturas antiguas o de otras partes de las Escrituras Hebreas para encontrar paralelismos verbales, con la esperanza de iluminar su significado. Sin embargo, sostengo que el libro de Éxodo en sí mismo contiene la clave interpretativa para este mandamiento.
¿Qué pistas interpretativas ofrece el libro de Éxodo?
En Éxodo 28 se prescriben las vestiduras del sumo sacerdote de Israel. Su prenda más elaborada y costosa es el pectoral, tejido de púrpura, azul y rojo, y entrelazado con hilos de oro puro. En la parte delantera, doce piedras preciosas están incrustadas en engastes de oro. Cada piedra está grabada con el nombre de una de las tribus de Israel. Se le dice a Moisés: “Así Aarón llevará los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón cuando entre en el lugar santo, como un recordatorio ante la cara de YHWH continuamente” (Éxodo 28:29). Aquí el verbo y el objeto utilizados son los mismos que en el Mandamiento del Nombre: nāśā + šēm (“llevar los nombres”). El significado en este contexto es bastante literal: Aarón llevará los nombres sobre su persona. Él los representa ante YHWH. Cada tribu contribuye con una piedra preciosa a la vestimenta de Aarón, indicando su participación en su ministerio (Éxodo 35:27).
¿Cómo podría esto ayudarnos con el Mandamiento del Nombre? No lo hace, a menos que los israelitas lleven el nombre de YHWH de alguna manera. Pero, de hecho, lo hacen. Para averiguar cómo, echaremos un vistazo nuevamente al sumo sacerdote de Israel. Además de los nombres en su pectoral (y en sus hombros), Aarón lleva otro nombre en su frente: el nombre de YHWH. Un medallón de oro adjunto a su turbante dice “qōdeš layhwh”, o “Santo, Perteneciente a YHWH” (Éxodo 28:36). La letra “L” delante de YHWH es el método típico de indicar propiedad en tiempos antiguos. Si yo fuera un israelita antiguo y quisiera indicar que un frasco me pertenece, podría escribir “l’Carmen” en él. Los anillos de sello antiguos, cuando eran inscritos con escritura, generalmente indicaban el nombre del propietario del anillo usando el mismo formato: L + nombre personal. El medallón del sumo sacerdote dejaba claro que él había sido reclamado por YHWH; él servía a YHWH y a ningún otro. Él estaba apartado. Y su ministerio sacerdotal está intrínsecamente vinculado al estado de pacto de la nación.
Aquí está cómo: Aarón fue el primer hombre elegido para ocupar el papel de sumo sacerdote, y no podía desempeñar su trabajo sin llevar su uniforme. Durante su ceremonia de ordenación, descrita en Levítico 8-9, Moisés lo lavó y lo vistió, rociándolo con la sangre de un sacrificio animal para consagrarlo en la tarea de representar a YHWH ante el pueblo y al pueblo ante YHWH. Él era el mediador designado entre las dos partes del pacto. El uniforme de Aarón lo cualificaba para el rol de sumo sacerdote, manteniendo un culto adecuado en el tabernáculo de Israel. En el mismo corazón de la tienda sagrada de Israel estaba el arca del pacto, que contenía copias duplicadas de los Diez Mandamientos inscritas en piedra. La colocación de esas tablas reforzaba el fundamento del pacto en la adoración de Israel. Aarón era la única persona autorizada para acercarse al arca del pacto.
En su primer día en el cargo, Aarón ofreció sacrificios en nombre de la nación para expiar su pecado. Después de salir del santuario, completada su tarea sacrificial, su primer acto como sumo sacerdote fue levantar sus manos y pronunciar una bendición sobre el pueblo (Levítico 9:22). La bendición prescrita que los sacerdotes debían usar se registra en Números 6:24-26:
“YHWH te bendiga y te proteja,
YHWH haga resplandecer su rostro sobre ti y te favorezca,
YHWH alce su rostro sobre ti y te dé paz.”
Este pasaje se usa a menudo en los servicios de adoración protestantes hoy en día como una bendición, pero el versículo siguiente rara vez se incluye: “Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré” (Números 6:27).
Tres veces se repite el nombre divino, cada vez con una doble bendición. El mensaje es inconfundible, YHWH ha elegido colocar su nombre sobre Israel como una señal de su intención de bendecirlos. Leído junto con el Mandamiento del Nombre y las instrucciones sacerdotales, surge una imagen impactante: Israel, como nación, lleva el nombre de YHWH, lo que indica que le pertenecen a Él.
¿Qué significa llevar el nombre de YHWH?
En Éxodo 19, YHWH anunció al pueblo que eran su “posesión especial” (heb. səgullâ), un “reino de sacerdotes” y una “nación santa” (Éxodo 19:5-6). Səgullâ es un término técnico utilizado en los contextos de tratados del Antiguo Cercano Oriente para referirse a un vasallo, o socio del tratado, que es especialmente estimado y, por lo tanto, actúa como representante del gran rey, o soberano. La mayoría de las naciones tenían una clase de sacerdotes que servían como funcionarios del templo. Israel también los tenía, pero corporativamente, los israelitas funcionaban como sacerdotes, apartados para representar a YHWH ante las naciones. Los deberes especiales de Aarón como sumo sacerdote lo convertían en un modelo visual de la vocación de toda la nación, apartada para el servicio de YHWH. En Deuteronomio, se dice que la nación es “un pueblo santo, perteneciente a YHWH”, utilizando la misma frase inscrita en el medallón en la frente del sumo sacerdote (Deuteronomio 7:6).
Los Diez Mandamientos funcionan como estipulaciones del pacto, delineando las expectativas para Israel como vasallo de YHWH, o socio del tratado estimado. Su lealtad debe ser absoluta: no se deben adorar otros dioses y no deben llevar el nombre de YHWH en vano. Debido a que representan a YHWH, su comportamiento testifica ante las naciones circundantes cómo es YHWH. Si no actúan de manera consistente con su carácter, tal como se expresa en sus mandamientos, habrán llevado su nombre en vano.
Este mandamiento se encuentra junto al mandamiento contra la adoración de otros dioses al inicio de los Diez Mandamientos, abarcando ambas dimensiones clave de la relación de pacto: “Yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo” (ver Éxodo 6:6-8).
¿Qué está en juego al interpretar este mandamiento?
La mayoría de las interpretaciones tradicionales de este mandamiento lo conectan con el habla. Y aunque nuestras palabras sobre Dios y nuestro uso de su nombre son importantes, el alcance del Mandamiento del Nombre es mucho más amplio. Leído en su contexto de pacto, este mandamiento apunta a nuestra propia identidad y vocación como socios del pacto de Dios. Como el pueblo que lleva su nombre, nuestro comportamiento importa. El apóstol Pedro aplica los títulos de pacto dados en Éxodo 19:5-6 a los creyentes gentiles en 1 Pedro 2:9, diciendo:
“Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa.”
La fe cristiana no es privada ni pasiva. Mis creencias o comportamiento no son solo entre yo y Jesús. Tampoco lo son los tuyos. Nos guste o no, somos en parte responsables de la reputación de Dios en el mundo. La forma en que vivimos debería reflejar su carácter. Cuando no lo hace, somos culpables de romper este mandamiento y de desacreditar su nombre. Tenemos un trabajo inmensamente importante que hacer.
Como mis hijos descubrieron hace años, llevamos el nombre de YHWH, ¡y eso lo cambia todo! ¡Llevemos su nombre con honor!
Escrito por:

Carmen Joy Imes
- Ph.D., Wheaton College
- M.A., Gordon-Conwell Theological Seminary
- B.A., Multnomah University
La Dra. Carmen Imes es una apasionada por ayudar a estudiantes y otras personas laicas a involucrarse con el Antiguo Testamento y descubrir su relevancia para la identidad y la misión cristianas. Es mejor conocida por sus libros Bearing God’s Name: Why Sinai Still Matters (IVP 2019), traducido al español como Portadores de su Nombre: La Importancia del Sinaí y Being God’s Image: Why Creation Still Matters (IVP 2023), el cual esta en proceso de traducción al español. Actualmente es profesor asociado de Antiguo Testamento en Talbot School of Theology
Este blog fue originalmente publicado en el sitio web de Cateclesia Institute: